Guitarra
Nunca antes me habían regalado una guitarra. Siempre las pagué yo mismo ahorrando de poco en poco durante mucho tiempo. Pero esta vez no ha sido así, es mucho más romántica esta forma pero también es más dura porque implica que tienes que hacer lo que se espera de ti. Debes de darle un buen uso y estar a la altura de ella, y de esta es muy difícil.
Hoy que me ha pillado el día tonto pondré un cuento sobre como se creo la guitarra. Como todos los cuentos algo puedes aplicarte a ti mismo. Gaucho, argentina, mujer, guitarra…
Hilario vivía en su rancho, apartado de toda población indígena. Tenía la soledad como compañera. Muchas auroras y crepúsculos melancólicos vieron a aquel gaucho solitario que no sentía más que la música grave del bosque, la temeraria quietud de la llanura y la embargante tristeza del campo con su horizonte de cielo y tierra. De tiempo en tiempo recorría las poblaciones lejanas con la esperanza de encontrar a la compañera que presentía en sus sueños. Aquella que se une a la vida del hombre para compartir sus esfuerzos, sus luchas y esperanzas. Aquella que se busca como consuelo como fuerza, unida como "el agua en las piedras, como los cardones en la loma, como la luna busca en los cielos la ruta de los dioses que se fueron de la tierra". Un día conoció a Rosa, la criolla más linda y graciosa del pueblo cercano. Desde entonces las noches oscuras del gaucho se tornaron claras, iluminadas por los ojos de la mujer amada. Hilario vivía feliz con su compañera en el rancho levantado en medio del bosque silencioso. La vida se había transformado: los crepúsculos se tornaron soñadores, el viento corría mansamente en las noches, en constante diálogo con las hojas del bosque, como el quejido de una copla aldeana. Pero como toda cosa buena en la vida, no podía durar. Una mañana Hilario dejó sola a Rosa para ir a una población cercana. Se despidieron tiernamente sin presentir que esa mañana luminosa tendría que ser la última. Amuray, el cacique de una tribu indígena, se había enamorado de Rosa, siendo rechazado. El indio vio que la mujer de sus sueños amaba a otro. Amuray, rencoroso y vengativo, resolvió raptar a Rosa, y para ello vivía continuamente en acecho. La oportunidad se le presentó ese día con la ausencia de Hilario. Por la tarde regresó el gaucho ansioso de las caricias de su compañera, sin pensar en la cruel sorpresa que lo esperaba. Encontró vacío el rancho. En el patio había señales frescas de lucha desesperada y la huella de un caballo hasta el sendero. Imaginando lo ocurrido se lanzó desesperado en persecución de Amuray, hasta que logró alcanzarlo. La lucha fue feroz. Pero al fin el valiente gaucho pudo arrebatar a la cautiva de los brazos del indio quien se retorcía en medio del camino en la agonía de la muerte. Pero el infeliz no recuperó nada más que un cuerpo sin vida. Rosa había muerto en el transcurso de la lucha. Desesperado, estrechó el cuerpo amado entre sus brazos, mientras sollozaba y la llamaba. Llegó la noche cargada de tristezas. Hilario se quedó dormido con la cabeza inclinada sobre el rostro querido. Al rayar el alba desperezando el monte, despertó de su profundo sueño al son de una música de notas misteriosas, y halló en sus brazos una caja con formas de mujer en lugar del cuerpo de su compañera. Con ella cantó durante su vida el recuerdo de su amada. Por eso ella servirá siempre para acompañar penas y sentimientos.
Nada podrá sustituirte allá donde vaya pero para recordarte tendré siempre el sonido de mi guitarra.
R.S
Hoy que me ha pillado el día tonto pondré un cuento sobre como se creo la guitarra. Como todos los cuentos algo puedes aplicarte a ti mismo. Gaucho, argentina, mujer, guitarra…
Hilario vivía en su rancho, apartado de toda población indígena. Tenía la soledad como compañera. Muchas auroras y crepúsculos melancólicos vieron a aquel gaucho solitario que no sentía más que la música grave del bosque, la temeraria quietud de la llanura y la embargante tristeza del campo con su horizonte de cielo y tierra. De tiempo en tiempo recorría las poblaciones lejanas con la esperanza de encontrar a la compañera que presentía en sus sueños. Aquella que se une a la vida del hombre para compartir sus esfuerzos, sus luchas y esperanzas. Aquella que se busca como consuelo como fuerza, unida como "el agua en las piedras, como los cardones en la loma, como la luna busca en los cielos la ruta de los dioses que se fueron de la tierra". Un día conoció a Rosa, la criolla más linda y graciosa del pueblo cercano. Desde entonces las noches oscuras del gaucho se tornaron claras, iluminadas por los ojos de la mujer amada. Hilario vivía feliz con su compañera en el rancho levantado en medio del bosque silencioso. La vida se había transformado: los crepúsculos se tornaron soñadores, el viento corría mansamente en las noches, en constante diálogo con las hojas del bosque, como el quejido de una copla aldeana. Pero como toda cosa buena en la vida, no podía durar. Una mañana Hilario dejó sola a Rosa para ir a una población cercana. Se despidieron tiernamente sin presentir que esa mañana luminosa tendría que ser la última. Amuray, el cacique de una tribu indígena, se había enamorado de Rosa, siendo rechazado. El indio vio que la mujer de sus sueños amaba a otro. Amuray, rencoroso y vengativo, resolvió raptar a Rosa, y para ello vivía continuamente en acecho. La oportunidad se le presentó ese día con la ausencia de Hilario. Por la tarde regresó el gaucho ansioso de las caricias de su compañera, sin pensar en la cruel sorpresa que lo esperaba. Encontró vacío el rancho. En el patio había señales frescas de lucha desesperada y la huella de un caballo hasta el sendero. Imaginando lo ocurrido se lanzó desesperado en persecución de Amuray, hasta que logró alcanzarlo. La lucha fue feroz. Pero al fin el valiente gaucho pudo arrebatar a la cautiva de los brazos del indio quien se retorcía en medio del camino en la agonía de la muerte. Pero el infeliz no recuperó nada más que un cuerpo sin vida. Rosa había muerto en el transcurso de la lucha. Desesperado, estrechó el cuerpo amado entre sus brazos, mientras sollozaba y la llamaba. Llegó la noche cargada de tristezas. Hilario se quedó dormido con la cabeza inclinada sobre el rostro querido. Al rayar el alba desperezando el monte, despertó de su profundo sueño al son de una música de notas misteriosas, y halló en sus brazos una caja con formas de mujer en lugar del cuerpo de su compañera. Con ella cantó durante su vida el recuerdo de su amada. Por eso ella servirá siempre para acompañar penas y sentimientos.
Nada podrá sustituirte allá donde vaya pero para recordarte tendré siempre el sonido de mi guitarra.
R.S
2 Comments:
No pretendía ser un regalo con obligación, es totalmente desinteresado, espero que no te resulte duro recibirlo, solo disfruta con tu guitarra y no pienses que me debes nada. A lo mejor piensas tú (más que yo)que deberías sacarle el máximo provecho?
Sé que te ha gustado mucho, a mí también regalartela. Disfrutala sin obligaciones, vale?
El cuento me ha emocionado mucho, aunque es un poco triste; espero que el sonido de la guitarra te ayude a recordarme pero que no sea la única manera.
Didfruta de tus manos,de las notas musicales, de la inpiración y riete mucho con esa guitarra,juega,sueña...sueña mucho y de forma abstracta,porque concretamos cuando entendemos todo lo abstracto...concreta y haz mil y una canciones,haz arte y ama al arte,despues sigue soñando más y más...porque sigues viviendo...sigues pensando...No trates de entenderte,en la experiencia está el entendimiento,vive intensamente absorviendo sabiduria y experiencia y despues...seguiras soñando...
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