jueves, marzo 27, 2008
Iguazú
La leyenda de la que partió el nombre de Garganta del Diablo refleja el amor entre una princesa y un principe guaraní, relación que desató la envidia del diablo, quién transformó a la mujer en cascada y al hombre en la vegetación que la rodea, para condenarlos a una eternidad cercana pero sin contacto.
Pero el arco iris que permanentemente une la cascada con la vegetación circundante burló aquella condena.
En tiempos de la colonización el navegante Alvar Núñez Cabeza de Vaca intentó vanamente cambiar el nombre de Garganta del Diablo por el de Santa María, pero las raíces de aquella denominación guaraní se impusieron sobre los deseos del ibérico.
Tilkara

EL NAUFRAGIO ME LLEVO A CONOCER LA MAREA
LA MAREA ME HUNDIO Y ACA ME TIENEN,
CUANDO SIENTO EL AMOR DE LOS DUENDES QUE CREO
CUANDO SIENTO QUE ACA ESTAN Y NO LOS VEO,
CUANDO CREO QUE EL AGUA QUE ME QUEDA
ESTA EN UN CACTUS LEJOS BAJO LA TIERRA,
CUANDO SIENTO A LA RAZON QUE ME SOPLA ME CIEGA
ME PESA LA BRISA ME AFANA LAS IDEAS,
CUANDO VEO EL DOLOR DE ESTAS TIERRAS
MIL ALMAS ME HUNDEN EN UN COCKTEL DE ARENA,
CUANDO SE LEVANTA EL VIENTO Y VEO LO QUE SOY
SIENTO QUE ME ARRASTRAN LOS BUELLES.
EL MUNDO ME ACRIVILLARA
LOS DIAS MAL QUE MAL YA PASARAN
LAS TARDES QUE VIVIMOS NUNCA VOLVERAN
COMO UNA PINTURA NOS IREMOS BORRANDO
UNA RADIO SIN HABLA, UN DESIERTO SIN FIN
UNA BRUJULA, UN CAMINO QUE VA A PARIS
UNA CALLE SIN SALIDA, UN VELERO QUE NAUFRAGA
UN JARDIN DE COLOR, UNA MONEDA, UNA MENTIRA
UNA CARTA DE TAROT QUE ME MUESTRA LA FORTUNA
UN PAIS SIN FRONTERA, UN EJERCITO QUE HULLE
UNA ROSA ROCOCO QUE ME ENSEÑA MI ABUELA
NUNCA LA VOY A VER ANTES DE QUE MUERA
UNA NOCHE EN LA PUNA CON LA LUNA
QUE ME SUBE EN EL AIRE.
La zurda
El Salar

Camino a Tilkara encontramos este salar.
Todo lo que se podia ver en derredor nuestro era sal,
tonladas de sal, el espacio y la distancia no se percibía de la misma manera que habitualmente.
Un pequeño salto parecía de metros para nuestra vista.
Es extraño como confundimos a nuestros sentidos.
¿Habra un lugar como el salar pero que engañe al tacto, o al gusto en vez de a la vista?
El cerro de los siete colores

Cada pueblo encierra su leyenda, y sin lugar a dudas, Purmamarca también. Este territorio rodeado de majestuosos cerros de múltiples colores muestra una vista inigualable y única, pero según cuentan los lugareños no siempre fue así.
En el momento de la fundación del pueblo, a mediados del siglo XVII, los cerros que rodeaban Purmamarca no tenían los colores que hoy podemos disfrutar con solo levantar la vista por encima de la iglesia del pueblo.
Por esos tiempos, los mayores no se percataban de que el paisaje que rodeaba la ciudad se presentaba monótono, aburrido, gris, y hasta sin sentido para los niños que habitaban esas tierras y preguntaban a sus padres por qué habían elegido ese lugar para vivir. Fueron ellos los que les insistieron a sus mayores que “algo había que hacer”.
Así fue que todos los niños juntos decidieron que ellos se encargarían de solucionar “el problema”. Los mayores no dieron demasiada importancia a la ocurrencia de sus hijos, pero ellos reunidos resolvieron que durante las noches iban a subir al cerro que rodeaba al pueblo y colorearlo hasta lograr el marco ideal que ellos tanto querían.
Durante siete noches, noche tras noche, los niños saltaban de sus camas y si bien les decían a sus padres que estaban pintando los cerros ellos creían que sus hijos estaban jugando con los otros niños.
Una mañana los mayores notaron que en el pueblo no había ni un solo chico, fue entonces cuando decidieron salir a buscarlos muy preocupados pensando que algo grave podría haberles sucedido.
Revisaron por todos lados y no podían hallarlos. Sólo les quedaba un lugar donde buscar: “EL CERRO”.

Entonces, reunidos todos cerca de la iglesia levantaron la vista. En ese mismo instante no podían creer lo que veían, los siete colores que estaban viendo se desparramaban por todo el cerro y alrededor de ellos subían y bajaban muchos cuerpitos corriendo y saltando de alegría.
A partir de ese día, todos los años se festeja en el pueblo de Purmamarca “el día de los siete colores”.
Fotos de Xevi Quirante